domingo, 23 de mayo de 2010

Trenes y Dominación Británica


O bien el país domina a sus ferrocarriles, o bien los ferrocarriles dominan al país. Esto último es lo que, desgraciadamente ocurría entre nosotros. La administración pública, los partidos políticos, la justicia, el periodismo, todo lo que una sociedad tiene de más representativo y resistente, esta infestado por el virus ferroviario. La vida económica de la Nación en que esos factores influyen decisivamente se desarrollaba en total subordinación de los intereses ferroviarios.
Que los ferrocarriles fueron la clave de nuestro sometimiento, ya casi no quedan dudas.
¿Pero los ferrocarriles en sí fueron el problema? Son sin lugar a dudas una de las invenciones mas trascendentales de la humanidad, su desarrollo posibilito el comercio y la comunicación con regiones aisladas. A pesar de sus 200 años de vida no tienen competidores, ni el transporte automotor ni el avión pueden alcanzarlo; aunque son excelentes complementos.
La aplicación de la fuerza expansiva del vapor a una maquina móvil que circula sobre un camino artificial, constituido por dos carriles de acero, es el punto de partida de una era en que el hombre pone a su servicio a los elementos inorgánicos para constituir fuerzas cooperadoras de su actividad en su incansable voluntad de dominio.
Dio a la humanidad un instrumento de circulación y de transporte de una velocidad y de una capacidad tan amplia, que altero las relaciones establecidas por los factores geográficos. Una línea férrea es hoy tan importante para el comercio como una vía de agua navegable. Las zonas mediterráneas se acercaron al mar por la estrecha senda de los carriles paralelos. Las estaciones ferroviarias crearon vida en torno con la misma fuerza progenitora de un puerto de aguas mansas. Las clásicas vías marítimas se alteraron y modificaron, porque las cuencas ferroviarias volcaron a los puertos las vírgenes riquezas de inmensas regiones que vivían apartadas del tráfico mundial por la carencia o dificultad de las comunicaciones. Dio vida a extensas regiones del planeta. Pobló zonas desérticas.

Pero también fueron el mecanismo esencial de esa política de dominación mansa y de explotación sutil que se ha llamado imperialismo económico. Fue un pérfido instrumento de dominación y sojuzgamiento de una eficacia solo comparable con la sutileza casi indenunciable de su acción. Los pueblos que acercaba al tráfico internacional o los que creaba con su posibilidad de comercio iban quedando encadenados a la voluntad omnímoda de los mismos ferrocarriles.
El ferrocarril engendraba pueblos con grilletes, y la malla ferroviaria se asentaba sobre los países nuevos para inmovilizarlos y ofrecerlos inermes a la codicia de los financieros que habían creado ese mismo ferrocarril.

La dominación consistió en que:

• Las líneas fueron trazadas con un sentido ajeno a las conveniencias nacionales, porque su estudio, planeamiento y financiación fueron ofrecidos a los extranjeros por razones ajenas a la política ferroviaria.

• La política ferroviaria consistía en el tráfico descendente de materia prima hacia los puertos; tráfico ascendente de manufactura desde los puertos hacia el interior.

• El ferrocarril extranjero extendió el área comercialmente cultivable con cereales y el perímetro de las praderas aprovechables para la cría del ganado, pero impidió sistemáticamente el comercio interior y las industrializaciones locales.

• Fue el arma primordial de que se valieron los extranjeros para sofocar todo progreso que de alguna manera pudiera hacer vacilar su hegemonía. Fueron los nuestros, ferrocarriles coloniales destinados a mantenernos en la rutina sin salida del primitivismo agropecuario. Tal es la triste consecuencia que se deduce de nuestra historia ferroviaria, y tal fue la misión para la cual fueron construidos.

• Los fondos que los ferrocarriles extraían anualmente de la economía argentina carecían de todo control y fiscalización, tanto en su percepción como en su inversión; por eso el poder de la corrupción de los ferrocarriles era prácticamente inconmensurable. Las empresas ferroviarias tenían más activos que el propio estado.

• La política de tarifas por fletes hacía que cada vez que se desarrollaba una industria nacional que fuera competitiva, el costo por el transporte de mercancías subiera tanto que la llevaría a la ruina frente a las importaciones que desembarcaban en Buenos Aires. No solo imposibilitando crear industrias y manufacturas en el interior de la Republica. Sino en la aniquilación de industrias y manufacturas vernáculas que existían antes del tendido de las vías férreas.

¿Esta dominación que nos enseña Raúl Scalabrini Ortiz en su libro ``Historia de los Ferrocarriles Argentinos´´ es historia o presente? ¿Pasados 200 años de lo que decimos fue ``el primer gobierno patrio´´ nuestro futuro seguirá siendo así? ¿Este modelo beneficio a las mayorías y al propio desarrollo del país? ¿Cuál es el modelo que queremos desarrollar de ahora en más?


1 comentario:

Anónimo dijo...

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